POESÍAS





NÁUFRAGOS



Es posible naufragar en seco,
en una marea de polvo mesetario,
entre cuatro chopos extenuados
y un resto de sudor que se evapora
                bajo el sol hospitalario del infierno.






También hay náufragos de nubes,
eternamente errantes en el aire,
resignados a las piruetas caprichosas
que ensombrecen la tierra
o destruyen la cola de un cometa.

 




Y hay náufragos de tinieblas,
de paredes adentro, sin ventanas,
con todas las rendijas clausuradas,
agobiados de fantasmas y soberbia.

  




Y naufraga la luna cada noche,
y naufraga la voz que se despide,
y naufraga la memoria que se engaña,
y naufragan el amor, las ilusiones;
el ideal naufraga, irremediable,
condenado a hundirse lentamente.





Todos náufragos
en un planeta agonizante,
donde muchos ilusos aún pretenden
sobrevivir de una brazada.
 










INCERTIDUMBRE

¿Sobrevivirán
los que aún admiran
el germinar de una semilla,
los que aún observan el cielo
y se detienen sin prisa
para ver cómo crecen las tormentas?





 


¿Sobrevivirán
los que necesitan el tacto de la tierra
y el olor de la hierba y la madera,
los que se inclinan curiosos
sobre el silencio de una piedra,
o se estremecen bajo el rayo
que se quiebra en largos ecos?









¿Sobrevivirán
los que no esperan recompensas
cuando crean, cuando dan, cuando aman?
¿Sobrevivirán
los amigos generosos,
los que saben estar siempre,
alertas en la ausencia?







¿Sobrevivirán
los que aún hilan poesías?
¿Y las músicas, y el color y las palabras?
¿Y las olas y el fluir de los ríos y los días?
¿Y las cordilleras inmutables
que guardan la memoria del planeta?








¿Sobrevivirá la memoria del planeta?









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