DEL
LIBRO “LA NUBE DERROTADA”
SIETE
LUNAS
Ella
se pone medias de lana por las noches
y
zapatos muy rojos de charol,
y
también un sombrero de su abuela
y
una azucena de papel de arroz;
despierta
al oso celeste de la infancia,
y
sale a caminar.
En
la ciudad,
siete
lunas iluminan
a
un suicida que se acaba de matar
y
regresa cada noche al mismo puente,
y
cada noche se abandona y cae
y
vuela cada noche, una vez más.
Ella
avanza decidida con sus medias
de
siete dedos para caminar,
y
el sombrero se le mece con la brisa,
y
la azucena pierde un pétalo
al
pasar por la ventana del amante insomne
que
escucha tangos y llora sin cesar.
En
la ciudad,
siete
lunas iluminan
a
una dama fatigada de soñar
que
ha decidido no cerrar jamás los ojos;
y
hay un borracho de agua de la fuente,
y
un perro que se escapa para atrás.
Ella
salta rayuelas en los charcos
y
sus zapatos rojos de charol
reflejan
luciérnagas furtivas
desvaneciéndose
en la oscuridad.
Después,
recita una poesía absurda
que
nunca logra del todo recordar.
En
la ciudad,
siete
lunas iluminan
a
un actor que roba historias escondidas
para
poder representar en los espejos
las
ausencias más hondas, los desvelos,
las
pasiones prohibidas que nadie contará.
Ella
se aprieta al oso de la infancia
y
el oso se protege en su temor,
y
juntos, Ella, el oso y el sombrero,
deambulan
por las calles que al pasar
murmuran
sus secretos solitarios,
se
quejan de tristezas y se van.
En
la ciudad,
siete
lunas iluminan
a
una gitana que predice el día
aunque
bien sabe que el día morirá.
Y
que Ella se pondrá medias de lana
para
salir por la noche a caminar.
"Siete lunas" - Mario Fournier
LA PEQUEÑA TRAGEDIA
Con
la mano sonámbula
acalla
los relojes
y
me deja ese beso
que
siempre se despide.
Se
aleja de mi sueño,
se
repite en las calles,
se
sumerge en los túneles
donde
el sol nunca llega.
Se
mezcla entre los otros
que
no se reconocen,
ni
intentan las palabras,
ni
esperan cambio alguno.
Después
pasan las horas
que
desfilan vacías,
entre
gestos ausentes
y
rutinas ajenas.
Y
otra vez los relojes
ignoran
a los sueños,
y
la mano sonámbula repite
la
pequeña tragedia.
"La pequeña tragedia" - Mario Fournier
LA MARÍA INÉS
Guarda
en el escote un viejo sueño,
la
estampa de una virgen milagrosa,
versos
románticos con dedicatorias,
dos
llaves y un cofrecito nacarado,
un
pañuelo bordado por las monjas,
una
mariposa disecada y en el fondo,
donde
jamás se atreven las miradas,
guarda
un secreto que nadie se imagina,
y
que una vez al año besa largamente
y
aprieta con nostalgia entre sus manos.
Después,
la calle es siempre dura,
y
el cielo tan quieto y tan lejano
que
le asombran la luna y las estrellas
y
se queda extraviada hasta que aclara,
cruzando
sombras con humo en las ojeras,
taconeando
el silencio con tristeza.
No
amanece escribiendo sus memorias
porque
las letras no le dicen nada
y
además el recuerdo es triste y miente.
La
entretienen la radio y el ganchillo,
la
alegran el vino oscuro y la ginebra,
y
juega al dominó con sus amigas
que
esperan desahuciadas como ella
pidiendo
que la suerte les conceda,
al
menos, un poquito de cariño.
Ya
es tarde para todo, bien lo sabe,
pero
es mejor no pensarlo todavía.
La
noche es demasiado larga y se repite
cruzando
sombras con humo en las ojeras,
taconeando
el silencio con tristeza.
"La María Inés" - Mario Fournier
LA NUBE DERROTADA
Hay
una nube enorme,
y
de la nube enorme llueven panes,
y
en cada pan hay una dosis de veneno
que
nadie probará.
Porque
no quedan deseos en las bocas,
porque
los ojos ya no ven el cielo
ni
la nube,
porque
las manos yacen archivadas.
Y da
lo mismo el veneno que la miel.
Y
da igual que la nube se arrepienta.
Todo
está muerto de metales tersos,
de
cifras titilantes,
de
imágenes codificadas y precisas.
Ningún
veneno puede con la muerte
que
ha decidido establecerse calma
en
cada objeto,
en
los párpados, en la frente,
en
la ilusión inútil de los sueños,
en
el alma.
La
nube se retira derrotada.
Ni
siquiera ha podido castigarlos
con
ejemplar solemnidad divina.
Ya
no hay futuro para profecías,
tampoco
queda esa esperanza.
"La nube derrotada" - Mario Fournier
.
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